Número 32 (Enero - Junio 2017): Violencia urbana
No. 32 (2017)

Colombia es el último país de la región que vivía un conflicto político armado. Después de casi 60 años de afrontar una guerra que parecía no terminar nunca, a finales de 2016 se firmó el acuerdo de paz con las FARC-EP y se entra en la era del posconflicto con esta organización armada. Desde esa nueva situación, el país deberá concentrar sus esfuerzos en resolver otro tipo de violencias que desde hace rato son visibles y que seguramente se agudizarán por las secuelas que ha dejado el conflicto de tantas décadas. Se tratará, sin embargo, de una violencia distinta, con otros actores, otras expresiones en lo urbano y en lo cotidiano. Una violencia más de tipo social, que expresa conflictos sociales y económicos, en el que su campo privilegiado de acción en las zonas rurales se está trasladando a las ciudades y, sobre todo, a las zonas pobres, segregadas y excluidas de las gran- des urbes. Colombia entra al grupo de países en Latinoamérica que debe centrar sus esfuerzos en resolver esa problemática.

Published: 2017-03-06

DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3876
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3878
  • Páges : 85-106 |
  • 218
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3879
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3880
  • Páges : 127-146 |
  • 167
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3881
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3882
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3883
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3884
  • Páges : 41-64 |
  • 465
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3877
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3885
  • Páges : 243-250 |
  • 222
DOI: https://doi.org/10.25100/sye.v0i32.3886