Inserción externa, capitales transnacionales e intercambio ecológicamente desigual en la América del Sur posneoliberal1

Pattern of External Insertion, Foreign Capital and Ecologically Unequal Exchange in the Post-Neoliberal South America

Inserção externa, capitais transnacionais e intercâmbio ecologicamente desigual na América do Sul Pós-neoliberal

Paula Belloni
Investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), La Plata-Argentina y la Universidad Nacional de Moreno (UNM), Moreno-Argentina
bellonipaula@yahoo.com.ar

Guillermo Peinado
Investigador y docente en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Rosario-Argentina
gpeinado@fcecon.unr.edu.ar

Recibido: 08.08.13
Aprobado: 30.10.13

1Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto "Inserción internacional exportadora y reprimarización productiva argentina en la posconvertibilidad. Análisis a través de los términos del intercambio, el intercambio desigual y el intercambio ecológicamente desigual del sector minero metalífero", financiado por la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, y de las Tesis de doctorado en realización como becarios del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la Argentina. Se agradece la lectura realizada por Enrique Arceo y los valiosos comentarios de los evaluadores anónimos. Desde ya, los errores u omisiones que pudieran existir son exclusiva responsabilidad de los autores.


Resumen

En los últimos años la región suramericana ha acentuado su histórica inserción externa centrada en la extracción de recursos naturales. Ello hace resurgir la discusión sobre modos de desarrollo dependientes en una nueva fase de la economía mundial. En este marco, el objetivo del presente trabajo es realizar una caracterización del patrón de inserción externo de la región durante el período posneoliberal, poniendo especial énfasis en los efectos que el capital extranjero tiene en la dinámica del sector externo, y en los términos ecológicos de los intercambios y sus posibles impactos en el capital natural. Finalmente, se reflexiona sobre los viejos y nuevos roles que cumple la inserción internacional de América del Sur en la actual dinámica de acumulación global.

Palabras clave: América del Sur, Inserción Externa, Inversión Extranjera Directa, Dependencia, Intercambio Ecológicamente Desigual.


Abstract

In recent years the South American region has increased its historic external insertion based on the extraction of natural resources. This revives the discussion on patterns of dependent development in a new phase of the global economy. In this context, the purpose of this work is to characterize the external insertion pattern of the region during the post-neoliberal period, with special emphasis on the effects of foreign capital over external sector dynamics, the ecological terms of exchanges and their potential impacts on natural capital. Finally, it reflects on the old and new roles that the international integration of South America has in the current dynamic of global accumulation.

Keywords: South America, Pattern of External Insertion, Foreign Direct Investment, Dependency, Ecologically Unequal Exchange.


Resumo

Nos últimos anos, a região sul-americana tem acentuado sua histórica inserção externa centrada na extração dos recursos naturais. Este assunto faz ressurgir a discussão sobre os modos de desenvolvimento articulados numa nova fase de economia mundial. Nesse contexto, o objetivo do presente trabalho é realizar uma caracterização do padrão de inserção externa na região durante o período pós-neoliberal, dando ênfase nos efeitos que o capital estrangeiro tem na dinâmica do setor externo. Igualmente, enfatizará nos termos ecológicos dos intercâmbios e seus possíveis impactos no capital natural. Finalmente, este trabalho faz uma reflexão sobre os velhos e novos papeis que cumpre a inserção internacional de América do Sul na atual dinâmica de acumulação global.

Palavras-chave: América do Sul, Inserção Externa, Investimento Estrangeiro Direto, Dependência, Intercambio Ecologicamente Desigual.


Introducción

América del Sur ha estado vinculada a la dinámica de los centros capitalistas mundiales desde sus orígenes bajo alguna forma de subordinación. A partir de su integración al mercado mundial, los países de la región se incorporaron en el ciclo global del capital2 a través de la provisión de alimentos y materias primas con un rol particular: el de asegurar el abaratamiento de la fuerza de trabajo de los países centrales (Marini [1973] 2007). Esta forma de inserción en la economía mundial determinó una especialización productiva históricamente dependiente, desequilibrada y desigual (Marini [1973] 2007; Diamand 1973; Amin 1974).

El posterior proceso de industrialización sustitutiva, surgido a partir de la crisis de los años treinta y de la Segunda Guerra Mundial como programa estratégico del proyecto desarrollista para resolver los problemas de las economías periféricas suramericanas, configuró nuevas formas de producción material, de relaciones sociales y de dominación política que generaron ciertas transformaciones en la forma de articulación con la economía mundial. Sin embargo, no pudo romper definitivamente con el carácter dependiente, desequilibrado y desigual del desarrollo de los países de la región.

Por un lado, las características estructurales de las economías suramericanas, si bien fueron morigeradas en algunos casos, siguieron recreándose y acentuando un desarrollo excluyente y polarizador. Al mismo tiempo, en un contexto de grandes transformaciones a nivel mundial y en la región3, desde distintas organizaciones populares de América del Sur se comenzó a cuestionar con más fuerza el carácter necesario de un proceso capitalista de industrialización con eje en la sustitución de importaciones. Esto acentuó las contradicciones y límites a los que daba lugar la última fase del modelo sustitutivo y puso en tela de juicio su viabilidad económica, política y social.

No obstante, los sectores populares no lograron avanzar. A partir de la década de 1970 los cambios ocurridos a nivel mundial, vinculados a la globalización financiera y a los procesos de liberalización del comercio y de internacionalización productiva bajo el paradigma neoliberal, se articularon en las economías suramericanas con la reconfiguración del bloque de clases dominantes en favor del capital financiero transnacional y de los capitales ligados al mercado externo (Arceo 2011). Ello implicó un proceso de extranjerización creciente que, junto con el quiebre de la industrialización sustitutiva, volvió a colocar a las exportaciones primarias/extractivas en el eje de sus procesos de acumulación.

Si bien en los últimos años la modalidad neoliberal de desarrollo capitalista en la región ha entrado en una fase de profunda crisis, los nuevos proyectos de desarrollo surgidos en América del Sur se han construido sobre bases creadas por el neoliberalismo a finales del siglo XX. Entre ellas se destacan: la gran concentración del capital, la hegemonía del capital transnacional en la mayoría de los países de la región y una creciente dependencia de la producción de commodities para la exportación (Belloni y Wainer 2013; López y Belloni 2012) bajo nuevas formas de extractivismo.

Se trata de un proceso de reprimarización de las economías periféricas suramericanas que, entre otros debates, actualiza la problemática sobre modos de desarrollo vinculados a la economía mundial a través de la extracción/producción de recursos naturales y generadores de estructuras económico-sociales regresivas. De allí la relevancia que retoman en la región los aportes realizados desde la teoría de la dependencia y la economía ecológica en relación con la forma de insertarse en la economía mundial y las repercusiones de dicha inserción en la economía local y en sus posibilidades de desarrollo económico y social ambientalmente sustentable.

En este contexto, el objetivo del presente trabajo es realizar una caracterización de la inserción de los países de América del Sur (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela) en la economía mundial durante el período posneoliberal. La principal hipótesis del trabajo refiere a que, al calor de las transformaciones mundiales acaecidas desde 1970 y el avance de los capitales transnacionales bajo la forma de IED en el mundo y en América del Sur, a pesar de las políticas económicas aplicadas por algunos países para revertir algunos de los efectos de su histórica inserción dependiente, ésta parece haberse acentuado bajo un modo de desarrollo económico excluyente y polarizador, con eje en la exportación primaria-extractiva y con importantes implicancias socio-ambientales.

Para llevar adelante el trabajo, se pone énfasis en el estudio de la dinámica del capital extranjero en la región y sus efectos en el patrón de inserción externo. En cuanto al grado de sustentabilidad ambiental de estos procesos, se presta especial atención a los términos de intercambio ecológicos (considerando el contenido de recursos naturales implícitos en los bienes comercializados). A su vez, dentro del marco teórico se articulan las tradiciones teóricas estructuralistas, dependentistas y del intercambio desigual de las décadas de 1960 y 1970, con los recientes teóricos del intercambio ecológicamente desigual. Ello permitirá abordar la caracterización del patrón de inserción internacional de América del Sur considerando el contenido de recursos naturales de sus exportaciones e importaciones (e incorporar el contenido de materiales y energía) y, al mismo tiempo, reflexionar sobre el grado de sustentabilidad ambiental del patrón de inserción externo de la primera década del siglo XXI.

El trabajo comienza con un primer apartado en el que se presenta el marco teórico-conceptual, el cual sirve como punto de partida para problematizar y reconsiderar la inserción externa de América del Sur. A continuación, se estudia la trayectoria reciente del capital transnacional en la región a partir de la base de Inversión Extranjera Directa de Naciones Unidas (UNCTAD) y CEPAL (2012), y se analiza el rol que juega ésta en el perfil de inserción externo de las economías suramericanas en el marco de las transformaciones mundiales ocurridas en las últimas cuatro décadas. En el cuarto apartado, a partir de los indicadores biofísicos de Huella ecológica (Global Footprint Network) y Huella hídrica (WaterFootprint Network), se lleva adelante una aproximación empírica con relación a la presencia de patrones de intercambio ecológicamente desiguales en la región. Finalmente, se reflexiona acerca de los viejos y nuevos roles que cumple la inserción internacional de América del Sur en la dinámica de acumulación global actual.

1. Debates históricos alrededor de la inserción externa de América del Sur

La inserción subordinada de América del Sur a los centros capitalistas mundiales suscitó amplios debates y una vasta literatura latinoamericana a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. El primer aporte surgió en el marco de la escuela estructuralista latinoamericana ligada a las tesis de Prebisch y la CEPAL, las cuales hacia 1950 comienzan a cuestionar la idea de desarrollo lineal neoclásica difundida en la región a través de la idea de "modernidad", según la cual el crecimiento era un proceso homogeneizador-progresivo que, por medio de etapas pautadas, conducía al desarrollo y la convergencia de las sociedades4.

A diferencia de ese enfoque del desarrollo lineal que consideraba que no había diferencias cualitativas entre países desarrollados y subdesarrollados, la corriente de pensamiento estructuralista comenzó a introducir elementos diferenciadores entre ambos tipos de países que serían luego utilizados en un sentido más radical por la teoría de la dependencia. En cuanto a la vinculación de las economías de la región con los países industrializados, la crítica estructuralista se articuló con base en dos elementos fundamentales: la configuración internacional en función al esquema de centro-periferia y la tendencia decreciente de los términos de intercambio.

En este sentido, para Prebisch la economía mundial no era uniforme, sino que se conformaba por economías centrales poderosas que contaban con un sistema industrial a través del cual orientaban el desarrollo de sus fuerzas productivas, y por economías periféricas débiles mayoritariamente agrícolas y con una gran heterogeneidad estructural, que se insertaban en el orden económico mundial de manera subordinada (Prebisch [1948] 1986). Asimismo, frente a la visión clásica ricardiana de las ventajas comparativas del comercio internacional, la escuela estructuralista, basándose en la hipótesis Prebisch-Singer, cuestionó el supuesto beneficio para todos los países del libre comercio. Dado que la inserción de los países de América del Sur (en tanto periféricos) se basaba en la exportación de materias primas cuyos precios perdían crecientemente terreno frente a los precios de las producciones industriales de los centros capitalistas, se presentaba un deterioro cada vez mayor de los términos de intercambio5.

Por tanto, la necesidad de la región pasaba, para la perspectiva estructuralista, por generar un proceso de industrialización autónomo a través de la sustitución de importaciones. Sin embargo, las dificultades que enfrenta este programa, ligadas por un lado a las características estructurales de las economías de la región (heterogeneidad estructural, concentración del ingreso, patrones de consumo suntuarios, creciente peso de los capitales extranjeros, dependencia de las manufacturas complejas, restricción externa y reducidos mercados internos), que se siguen recreando y acentuando bajo los proyectos desarrollistas, así como también a la imposibilidad del actor local ("burguesía nacional") de conducir un "proceso de acumulación exitoso", y a la radicalización política de las organizaciones populares de la región (en particular luego de la Revolución Cubana) que cuestionan la necesidad de salir del subdesarrollo a través de un proceso capitalista de industrialización, tendrán como respuesta las teorías propias del enfoque de la dependencia.

Los teóricos de la dependencia avanzaron, en general, en el análisis de las características socio-económicas propias de los países latinoamericanos (y suramericanos) y su vinculación con la economía mundial. En especial, realizaron valiosos aportes para caracterizar las particularidades del patrón de reproducción del capital en las economías dependientes en el marco de la economía mundial y llegaron a plantear, en sus posturas más radicales, la imposibilidad de salir de la dependencia en el marco del sistema capitalista.

En particular, para entender el lugar jerárquico que los países latinoamericanos ocupaban en la división internacional del trabajo, Cardoso y Faletto ([1969] 2007) vincularon las relaciones entre grupos y clases al interior de las economías nacionales con las estructuras económicas y políticas externas. Para estos autores, si bien la función o posición dentro de la división internacional del trabajo entre las economías centrales y las periféricas suponía una estructura definida de relaciones de dominación en la periferia, la dependencia también se daba a partir de la articulación entre los planos interno y externo a través de la relación entre las clases dominantes en el interior de las economías periféricas, pero dominadas en su relación con las clases dominantes de los países centrales.

En cambio, para Gunder Frank (1967) el punto central estaba en que la vinculación de las economías latinoamericanas ("satélites") con el mercado mundial producía la transferencia de gran parte de su excedente hacia los países desarrollados ("metrópolis"); por lo que el desarrollo de esta última se daba a costa del subdesarrollo de los satélites dentro de una lógica en la que los países dependientes sólo podían expandirse como reflejo de los países dominantes en el marco de una dinámica que perpetuaba su situación de subdesarrollo. Por último, dentro de la corriente marxista de la dependencia, para Marini ([1973] 2007) el hecho de que América Latina se integre desde un comienzo en la dinámica del capitalismo naciente con un papel central en la acumulación de capital a escala global -asegurar el abaratamiento de la fuerza de trabajo del centro a través de la exportación de alimentos a bajos precios-, implicará el desarrollo de un patrón de acumulación capitalista sui generis, históricamente dependiente y basado en la superexplotación de la fuerza de trabajo local6.

A su vez, en línea con la corriente marxista de la dependencia también realizaron aportes autores como Emmanuel (1971) y Braun (1973), quienes agregaron numerosos elementos que complejizaron la relación "centro-periferia" a través de la teoría del intercambio desigual. A diferencia de lo que planteaba la tesis original de Prebisch, para estos autores las relaciones de desigualdad derivadas del comercio internacional no residen en la tipología de bienes exportados -materias primas o manufacturas-, sino en intercambiar una gran cantidad de trabajo escasamente remunerado por una pequeña cantidad de trabajo altamente remunerado. Estos términos de intercambio desfavorables llevaban a los países periféricos latinoamericanos (y suramericanos) a buscar incrementos adicionales de producción exportable -básicamente materias primas- para evitar la restricción externa y mantener el nivel de actividad económica en sus economías (Braun 1973; Peinado 2012a).

No obstante, hacia finales del siglo XX el pensamiento social latinoamericano fue opacado en el marco de la globalización neoliberal. A partir de allí el ideario neoliberal actualizó la teoría del desarrollo lineal postulando que la liberalización de los mercados permitiría que el capital se dirija hacia los países donde éste sea más escaso ("y mejor remunerado") y tenga, a su vez, menores costos salariales (por abundancia de mano de obra). De este modo, según esta corriente de pensamiento, se posibilitaría un crecimiento acelerado de los países que incorporasen capitales avanzados y, por su intermedio, se lograría una convergencia de los niveles de ingresos per cápita entre naciones. Así, sólo a través de la apertura y la desregulación, el Estado crearía las condiciones "suficientemente atractivas" que permitirían captar las inversiones extranjeras, "agentes impulsores del crecimiento y del desarrollo".

Sin embargo, el modelo de desarrollo neoliberal no ayudó a resolver los problemas económicos, sociales y políticos que se articulan con las características estructurales de los países periféricos como los de América del Sur, sino que llevó a profundizarlos y a generar nuevos, ligados especialmente a la transnacionalización del capital y la inserción externa dependiente. Hacia finales de la década de 1990 las crisis de Brasil (1998) y la Argentina (2001), entre otras, señalaron los límites del modo de desarrollo neoliberal y, a partir de allí, las fuertes consecuencias políticas, sociales y económicas darán lugar a un nuevo período que, más allá de las diferencias entre países, puede caracterizarse como "posneoliberal" (Thwaites Rey y Castillo 2008; Sanmartino 2009).

En este marco, cabe preguntarse cuáles han sido los cambios principales que han ocurrido con relación a la inserción externa de América del Sur desde finales de la globalización neoliberal y, al mismo tiempo, qué elementos de los que fueron analizados por los teóricos de la teoría de la dependencia y del intercambio desigual continúan vigentes para el análisis de nuestras sociedades en la etapa actual.

2. Avance del capital transnacional y patrón de inserción externo de América del Sur en el marco de la nueva división internacional del trabajo

El patrón de acumulación mundial asociado al paradigma keynesiano-fordista de posguerra entró en crisis hacia los años setenta del siglo XX. La progresiva caída de la tasa de ganancia en los países desarrollados y los avances de un movimiento obrero fuerte, que lograba incrementar los costos salariales y reducir la productividad en un contexto de gran competencia internacional7, condujeron a la necesidad de una reestructuración del capital a escala global con el objetivo de recomponer las relaciones de fuerza dentro del bloque de clases en el poder y la relación de éste con los sectores dominados, y así poder recuperar los ingresos de la clases dominantes (Duménil y Lévy 2004; Harvey 2007).

A partir de allí, comienza una etapa de grandes transformaciones en la economía mundial. Por un lado, la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods por parte de los Estados Unidos (1971-1974) y el proceso de desregulación de los sistemas bancarios y los mercados financieros dieron lugar a una etapa de gran liberalización de los movimientos internacionales de capitales en busca de resolver los problemas de financiamiento de los Estados nacionales en el mercado internacional de capitales y, a su vez, reactivar el proceso de acumulación a través de la recomposición de la rentabilidad de las inversiones financieras, ante la contracción de las oportunidades de inversión productiva.

Al mismo tiempo, el paso al financiamiento propio por parte de las grandes empresas transnacionales en el marco de la creciente expansión de los fondos de pensión e inversión8, y los cambios en la gerencia de las empresas ligadas al mayor peso de los capitales de préstamo y los accionistas, condujeron a una nueva lógica de acumulación con un predominio del capital financiero sobre el productivo: los capitales productivos aumentaron sus tenencias de activos financieros (debido en parte a su mayor rentabilidad), pero a partir de allí debieron transferir una gran porción de los beneficios en forma de intereses y dividendos a los nuevos accionistas (Arceo 2011).

Paralelamente, si bien la división internacional del trabajo causada por dichos cambios en la economía mundial mantuvo sus rasgos centrales (su carácter asimétrico y jerárquico), también sufrió ciertas transformaciones estructurales que permiten hablar de una nueva división internacional del trabajo con eje en la industria manufacturera. En ella, a través de la internacionalización de los procesos productivos, los capitales del centro desplazaron aquellos tramos más trabajo-intensivos y/o más recursos naturales intensivos a la periferia, donde los menores salarios o la disponibilidad de recursos naturales les permitieron a los grandes capitales transnacionales rápidas reducciones de sus costos, inalcanzables de concretar en el corto plazo a través de innovaciones tecnológicas (Arceo 2011).

En el marco de la ruptura de las bases objetivas en las que se sustentaba el proyecto de industrialización y ante el fuerte peso de los sectores exportadores, en la periferia latinoamericana este proceso de internacionalización financiera y productiva tuvo significativas transformaciones y condujo a un nuevo modo de desarrollo basado en el crecimiento liderado por las exportaciones primarias con gran incremento de la presencia del capital extranjero. Se pasó así de un modelo de sustitución de importaciones a otro basado en el "libre mercado", en el que la intervención del Estado pasó a limitarse al establecimiento de las condiciones macroeconómicas "sanas", un marco legal propicio para la inversión privada y, en especial, a generar condiciones atractivas para atraer al capital global9.

En este contexto, para poder competir a nivel internacional, los países periféricos suramericanos se vieron en la necesidad de incluir en la lógica de la acumulación y reproducción del capital nuevos aspectos de la vida social como actividades productivas antes controlados por el Estado en el marco de las privatizaciones, o la penetración del capital en espacios geográficos antes considerados como "improductivos" (como los espacios comunales), y la adopción -en algunos casos- de nuevas formas de explotación de recursos naturales en su mayoría no renovables10, junto a una tendencia general hacia la agudización de la mercantilización de las relaciones sociales.

De este modo, se dio un incremento de los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) hacia la región. Si bien en América del Sur los capitales extranjeros han ocupado un lugar importante desde su integración a la división internacional del trabajo y han tenido un papel destacado en la conformación y evolución de la estructura productiva en diferentes etapas del desarrollo económico de la región, en la década de 1990 se acentuó la penetración de dichos capitales y, sobre todo, el control foráneo de las decisiones de producción.

Así, en el período de mayor crecimiento en la historia de los movimientos de IED a nivel mundial11, América del Sur acumuló entre 1990 y 1999 una entrada de flujos de inversión de US$ 26.654 millones anuales promedio. Al mismo tiempo, la participación de dichos flujos hacia estos países en el mundo casi llega a triplicarse (pasando del 2,4% al 6,4% entre 1990 y 1999), aunque sin recuperar los niveles de participación de la década de 197012.

No obstante, lejos de los postulados neoliberales que argumentaban que a través de la transferencia de tecnología la IED permitiría modernizar y ampliar la estructura productiva, así como también incrementar la capacidad instalada ante problemas de insuficiencia de ahorro interno y, de este modo, acelerar el crecimiento del producto, la creciente injerencia del capital extranjero no redundó en aportes relevantes con relación a la formación de capital, ni a una redefinición del perfil de especialización productivo. Más bien, el creciente peso de las empresas transnacionales en las economías de la región en el marco de la reestructuración de las clases dominantes les ha otorgado un mayor poder económico y político dentro de las fracciones del bloque en el poder con gran injerencia en la definición del modo de acumulación (Arceo y Basualdo 2006).

A partir de la recuperación económica, tras la crisis que sufrieron la mayor parte de los países de la región debido a la agudización de las consecuencias socio-económicas del modelo neoliberal (1999-2003), los flujos de IED se han incrementado considerablemente, incluso con relación a la década pasada (Gráfico 1). Según datos de la UNCTAD, a excepción de 2009, donde se produce una merma en dichos flujos producto de la crisis internacional, la entrada de inversiones extranjeras ha aumentado sistemáticamente desde 2004, alcanzando un record histórico de más de US$ 120.000 millones en 2011. En el marco de la crisis internacional -que no ha tenido fuertes repercusiones en la región con relación a los países centrales- y la tendencia de altos precios de los productos que exportan las naciones de América del Sur, en dicho año los países suramericanos han representado la mayor entrada de capitales extranjeros del mundo: la participación de los flujos de IED hacia estos países llegó al 7,9% del total mundial, mientras que el peso del stock de IED en el PBI del conjunto de países alcanzó un promedio anual del 27,5% para toda la década (2001-2011).

Sin embargo, no todos los países presentan la misma dinámica en los flujos de entrada del capital transnacional en el período posneoliberal. De acuerdo con datos de la UNCTAD, de considerarse los años 2001 y 2011, la IED ha crecido más en naciones como Perú, Colombia, Chile, Uruguay, Argentina y Brasil. De hecho, en línea con la tendencia expansiva de la inversión extranjera en la región, en casi todos estos países (Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay) la entrada de flujos de IED alcanzó récords históricos en 2011. Al mismo tiempo, en los países con procesos políticos más radicalizados -como Venezuela, Bolivia y Ecuador- los flujos de IED han variado muy poco respecto a los valores registrados en 200113.

Esta fuerte presencia de los capitales extranjeros en la fase inicial del ciclo del capital (D - M) tiene sus repercusiones en la fase productiva (P - M') y en la fase final (M' - D'); en esta última fundamentalmente a través del peso en la definición del patrón de inserción externo. Esto puede verse a través de la fuerte concentración de los sectores en los que los capitales extranjeros se han venido radicando en la región: según datos de inversiones extranjeras de CEPAL, en línea con lo que ha venido ocurriendo en los últimos años, en 2011 el 57% de la IED en América del Sur (sin considerar a Brasil14) se dirigió al sector de recursos naturales, al tiempo que el 36% lo hizo en servicios y sólo un 7% en manufacturas, lo que muestra una clara tendencia a la primarización de la IED (CEPAL 2012).

Se trata de sectores que profundizan en la esfera productiva un patrón de acumulación primario y la histórica inserción externa de la región a través de los recursos naturales, sólo que ahora de la mano de un núcleo de empresas transnacionales que operan bajo una lógica neoextractivista con fuertes repercusiones negativas en el ambiente y la sociedad (debido al uso cada vez mayor de agroquímicos, agrotóxicos y sustancias contaminantes, desmontes, erosión de montañas, expulsión de comunidades rurales y represión contra quienes resisten esa dinámica); y que, a su vez, acentúan las contradicciones estructurales de países dependientes con estructuras productivas desequilibradas como los de América del Sur mediante la especialización primaria. Cabe señalar que entre las filiales de transnacionales que vienen operando en América del Sur en gran escala y dedicadas, principalmente, a las ramas productivas primarias se encuentran: Barrick Gold, Yamana Gold y Meridian Gold -megaminería a cielo abierto-; Dreyfus, Cargill, Nidera y Bunge -exportadores de cereales-; Danone y Kraft-productoras de alimentos-; y Monsanto y nuevamente Nidera -desarrollo de paquetes biotecnológicos para la producción de granos y oleaginosas-.

Las repercusiones en la definición del patrón de acumulación y del perfil de inserción externo pueden verse a través del peso de los productos primarios en las exportaciones de América del Sur que, como indica el Cuadro 1, se ha intensificado con relación al modelo neoliberal. Dicha tendencia se acentuó especialmente partir del 2005 con el inicio del alza de los precios de los commodities, elevando la participación de los productos primarios a un promedio del 46,0% anual de las exportaciones.

A su vez, este creciente peso de las exportaciones primarias en la estructura de exportaciones de América del Sur se vuelve más concentrado dentro de dicha categoría tecnológica. De acuerdo con datos de COMTRADE, los tres productos primarios mayormente exportados por América del Sur explican un crecimiento de aproximadamente ocho puntos porcentuales en la estructura exportadora entre 1991-1997 y 2005-2011: aceites de petróleo y de minerales bituminosos que, siendo el producto con mayor participación en las exportaciones, ha pasado del 12,8% promedio anual de las exportaciones de la región al 17,7%; el cobre que, como segundo producto con mayor peso en las exportaciones de la región, ha pasado del 4,3% promedio anual de las exportaciones en 1991-1997 al 5,9% en 2005-2011; y la soja con un incremento en las exportaciones del 1,8% anual al 3,5%, en los períodos considerados.

En el mismo sentido, la otra categoría que ha aumentado su participación en las exportaciones de la región bajo la lógica neoextractivista ha sido la de las manufacturas básicas vinculadas con fuentes primarias (Manufacturas Básicas 2), con un crecimiento de casi tres puntos porcentuales entre 1991-1997 y 2005-2011. Dentro de esta categoría el incremento se explica fundamentalmente por tres productos minerales: los minerales de cobre y el mineral de hierro, y sus respectivos concentrados, explican un crecimiento del 4,4% promedio anual entre ambos períodos; al tiempo que el oro no monetario, ha duplicado su peso en la estructura de exportaciones pasando del 1,2% promedio anual de las exportaciones en 1991-1997 al 2,5% durante 2005-2011).

Así, en el marco de las transformaciones de la economía mundial y la nueva división territorial y global del trabajo -en particular el fuerte crecimiento de las economías asiáticas y, con ello, de la demanda de soja, petróleo y bienes minerales y por lo tanto de sus precios-, en la última década los países de la región han quedado insertos en el mundo a través del "Consenso de los Commodities" (Svampa 2013). Es decir que, a pesar de las grandes consecuencias sociales y económicas del modo de desarrollo neoliberal y el giro crítico de varios de los nuevos proyectos de desarrollo surgidos en el siglo XXI, los países de América del Sur han profundizado la matriz exportadora-primaria del período neoliberal con eje en la extracción y exportación de recursos naturales (y manufacturas derivadas) que tiene importantes consecuencias nocivas para el ambiente y la sociedad. Se trata de un esquema basado fundamentalmente en la apropiación de la naturaleza, escasamente diversificado y sumamente dependiente de la inserción internacional como proveedores de materias primas.

3. Intercambio ecológicamente desigual en América del Sur

Esta forma de insertarse en el mundo de América del Sur a partir de la acentuación de la matriz exportadora-primaria con eje en la extracción y exportación de recursos naturales (y manufacturas derivadas), hace que la explotación de la naturaleza asuma un lugar central en el patrón de acumulación y reproducción del capital, y reintroduzca una serie de interrogantes vinculados a las posibilidades y a la sustentabilidad del modo de desarrollo vigente en los países de la región en el marco de su articulación con las necesidades de la acumulación global del capital15.

En línea con estas problemáticas, en esta sección se introduce el estudio de los términos de intercambio ecológicos de la región. Particularmente, se intenta avanzar en el análisis de los impactos ambientales que se derivan del perfil de inserción internacional extractivo de la América del Sur posneoliberal y las contradicciones que presenta en la región la acumulación de divisas derivadas de un comercio exterior superavitario, en el marco de la reciente reversión de los términos de intercambio, pero con impactos ambientales que tienden a invisibilizarse a partir de su no cuantificación.

Para ello, se seguirá el marco teórico-conceptual que propone la teoría del intercambio ecológicamente desigual (o intercambio desigual de espacios según Hornborg 2003). A través de esta teoría, se plantea el hecho de que un patrón de comercio internacional financieramente equilibrado (exportaciones e importaciones por el mismo monto monetario), además de ser económicamente desigual (como afirma la teoría del intercambio desigual), puede también ser ecológicamente desigual por medio de un desbalance del contenido de recursos naturales (en términos de materiales y energía) de las exportaciones netas (Muradian y Martínez-Alier 2001)16.

Con el objetivo de poner a prueba esta hipótesis y determinar la magnitud de los flujos netos de materiales y energía que se derivan del patrón de inserción externo, se han utilizado indicadores biofísicos construidos en el marco del análisis de flujos de materiales del campo de la Economía Ecológica. En primer lugar se trabaja con la huella ecológica, como un indicador que pretende aproximar el contenido de recursos naturales implícito en la producción y el comercio de bienes por parte de los países suramericanos. A continuación, se recurre a la huella hídrica, en tanto indicador del contenido de recursos hídricos de los productos. En ambos casos, se compara el peso relativo del comercio internacional (exportaciones netas) frente al consumo local tanto en términos monetarios (dólares) como ecológicos (materiales y energía). Complementariamente, se estima la biocapacidad neta disponible en cada uno de los países de la región y se estima el peso de la huella ecológica de las exportaciones netas en cada caso.

De esta manera, se pretenden visibilizar los impactos de las actividades económicas, y en especial del actual patrón de inserción externo, en el capital natural de las economías suramericanas17.

3.1 La huella ecológica de América del Sur

Un primer punto a considerar en cuanto a la inserción internacional a través del "Consenso de los Commodities" y sus efectos en los términos de intercambio entendidos en sentido amplio (es decir considerando los flujos de materiales y energía), es el peso que las exportaciones netas tienen en los principales agregados macroeconómicos que surgen de las cuentas nacionales de las economías suramericanas a partir de su cuantificación en dólares y en términos de la huella ecológica (medida en hectáreas globales, Gha) (Recuadro 1).

En este sentido, como puede observarse en el Gráfico 2, cuando se pasa de medir la participación de las exportaciones e importaciones en el producto en dólares a cuantificarlas en términos de la utilización de hectáreas globales que implican (huella ecológica), el peso de las exportaciones netas de los países de América del Sur crece sustancialmente: mientras el sector externo representa en 2007 un 3,2% del producto de la región medido en dólares, llega a representar un 26,6% del producto medido en hectáreas globales. Por tanto, el peso de la salida de recursos naturales a través de las exportaciones netas en las economías de la región es sustancialmente superior a lo que las mismas proporcionan en dólares dentro del producto.

Esto se produce básicamente por un crecimiento del 70% (o superior) en la participación en el producto de las exportaciones medidas en hectáreas globales respecto de su peso en unidades monetarias en Argentina, Brasil y Uruguay. En cambio, para Venezuela y Bolivia, el peso de las exportaciones en el producto se reduce significativamente al pasar de cuantificarlo en unidades monetarias a hectáreas globales, probablemente por las mencionadas limitaciones en la cuantificación de la huella ecológica referida a las actividades mineras e hidrocarburíferas que tienen un fuerte peso en estos países (ver Recuadro 1). A su vez, el peso de las importaciones se reduce fuertemente para la mayoría de los países de considerarlo en hectáreas globales (50% o más de reducción en Paraguay, Bolivia, Argentina y Uruguay).

Es decir que, en líneas generales, se evidencia un perfil de inserción externo ecológicamente desigual en términos de la huella ecológica. El mismo se caracteriza por exportaciones intensivas en recursos naturales e importaciones y consumo interno sustancialmente menos intensivos en recursos naturales. Así, si bien la reciente reversión de los términos de intercambio a favor de los productos que exporta la región ha permitido a la mayoría de los países de América del Sur alcanzar un balance comercial en dólares favorable y una importante acumulación de reservas en dicha moneda, lo ha hecho a costa de un balance de flujos de materiales y energía altamente deficitario.

Se trata de una salida neta de materiales y energías que implica una reducción inmediata del capital natural determinada por los recursos no renovables extraídos (que se acentúa de considerar una mejor medición sobre la utilización de recursos que utilizan las actividades mineras e hidrocarburíferas), y una presión indirecta sobre la biocapacidad existente al implicar desgaste y erosión de las aptitudes naturales de recursos renovables como por ejemplo la tierra. Si bien en términos generales este panorama no llega a ser tan alarmante dado que se trata, en la mayoría de los casos, de países con una importante biocapacidad dentro de sus territorios, debe tenerse en cuenta que esta situación avanza rápidamente y no responde sólo a países tradicionalmente extractivos.

En este sentido, como puede observarse en el Gráfico 3 (donde se representa la cantidad de hectáreas globales per cápita de biocapacidad disponible menos la huella ecológica de los bienes producidos localmente sin diferenciar su destino - biocapacidad neta- y la parte de la misma que es explicada por las exportaciones netas), se trata de un fenómeno que se encuentra presente en la mayoría de las economías suramericanas y que adquiere una fuerte relevancia al tener en cuenta el predominio productivo del capital transnacional exportador de bienes intensivos en recursos naturales en dichas economías18. Por lo que, en la mayoría de los casos, no se trata de la definición de una estrategia de desarrollo autónomo (incluso aunque sea a expensas de una reducción del capital natural en el corto plazo), sino que responden a una lógica de acumulación externa.

En este sentido cabe destacar el caso de Chile, que tiene una huella ecológica mayor a su biocapacidad (biocapacidad neta negativa). Su situación indica que el país puede estar frente a dos situaciones: a) está colocando sus residuos en bienes comunes y consecuentemente deteriorando su propio capital natural, y/o b) importando biocapacidad a través del comercio internacional de recursos naturales o de bienes con alto contenido de los mismos. Los datos aportados en el Gráfico 2 permiten ver que Chile presenta una salida neta de recursos naturales cuantificada a partir de la huella ecológica y que, por lo tanto, enfrenta un proceso de deterioro de su capital natural (opción a).

A su vez, en los Gráficos 2 y 3 también se aprecia cómo tanto para Colombia como para Venezuela las exportaciones netas representan un porcentaje negativo de su huella ecológica. Esto implica que Colombia y Venezuela no son proveedores sino importadores netos de recursos naturales a través del comercio y, por lo tanto, ven aliviada su relación biocapacidad/huella ecológica.

En este sentido, también cabe destacar que, en el marco del "boom" de los precios de los commodities y el gran peso de los capitales extranjeros que vienen a la región en búsqueda de la explotación de recursos naturales, es de esperar que esta inserción internacional regresiva en términos ambientales y sociales se profundice, y por lo tanto, se comiencen a enfrentar las consecuencias directas sobre el territorio y las condiciones de vida de sus poblaciones, dada la escasa sustentabilidad ambiental de estos patrones de comercio internacional.

3.2 Huella hídrica de América del Sur

Otra de las formas de medir el impacto del patrón de inserción externo en términos de intercambio ecológico es a través de la huella hídrica (Recuadro 2), la cual pone el énfasis en la cuantificación de los usos del agua como recurso central para la reproducción social19. Dado que a través del indicador huella hídrica también puede medirse la dualidad entre el perfil del comercio exterior cuantificado en dólares o en unidades de recursos hídricos implícitos, el mismo permitirá profundizar el estudio del intercambio ecológicamente desigual en América del Sur.

En este sentido cabe destacar en primer lugar que, según datos del Banco Mundial y Mekonnen y Hoekstra (2011) para el período 1996-2005, si bien las exportaciones de América del Sur en dólares representan tan sólo un 3,1% de las exportaciones mundiales, éstas aportan un 11,4% de las exportaciones de huella hídrica a nivel mundial. A partir de esto, se comienza a visibilizar que el perfil de las exportaciones de América del Sur es muy intensivo en términos hídricos y que estos países, además de ser proveedores netos de recursos naturales en general, son importantísimos proveedores netos de recursos hídricos implícitos en sus exportaciones20.

De manera complementaria si, como en el caso de la huella ecológica, se compara la participación en el producto del sector externo medida en dólares y en millones de m3 (Gráficos 4 y 5), también puede apreciarse el peso de los recursos hídricos en las exportaciones netas de la región en relación a considerar sólo los flujos monetarios: mientras el comercio exterior en dólares es superavitario para seis países de América del Sur (Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela), el resultado del comercio exterior en términos de huella hídrica es deficitario para siete de ellos (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay). Por lo que, en términos de balance positivo de agua implícita, sólo se destacan los perfiles de Venezuela, Perú y Chile, los cuales tienen un escaso componente de agua implícita y sus importaciones sí son relativamente intensivas en recursos hídricos.

A su vez, por el lado de las importaciones también se evidencia como Brasil utiliza las importaciones para reponer parte de la elevada utilización de sus recursos hídricos que implica su perfil exportador.

Estas evidencias empíricas preliminares respecto al intercambio ecológicamente desigual para América del Sur permiten pensar que, si bien existen países que relativizan el peso negativo de enfrentar una situación de intercambio ecológicamente desigual, ya que ante una salida neta de recursos naturales pueden estar beneficiándose en el corto y mediano plazo por una mayor tasa de acumulación de capital (Andersson y Lindroth 2001), tanto a través de la huella ecológica como de la huella hídrica, se observa que el saldo comercial monetario favorable de buena parte de América del Sur es factible en el marco del alza del precio de los commodities, pero a cambio de una importante sobreexplotación de sus recursos naturales.

En este sentido, el balance comercial, además de mostrar un peso cada vez más notable de las importaciones de bienes de capital e insumos debido a la dependencia técnica y el carácter regresivo de la estructura manufacturera de los países de la región, tiene una dinámica deficitaria en términos de recursos naturales por el carácter intensivo de las exportaciones. Así, un proceso de acumulación de reservas, dada la actual estructura productiva, requiere de adicionales esfuerzos en términos ambientales, configurando un esquema regresivo similar al modelizado por Braun (1973), aunque no solo económicamente desigual, sino ecológicamente desigual (Peinado 2012a).

4. Reflexiones finales

Las transformaciones mundiales ocurridas a partir de 1970 en el marco de la restructuración del capital a escala global, dieron lugar a una creciente internacionalización de las finanzas y de los procesos productivos. A partir de allí, los capitales del centro comenzaron a desplazar los procesos productivos más trabajo-intensivos o más recursos naturales-intensivos a la periferia en búsqueda de menores costos de producción salariales o mejores condiciones de acceso a los recursos naturales, dando lugar a una nueva división internacional del trabajo.

En la periferia suramericana, este proceso de internacionalización financiera y productiva, en el marco de la ruptura de las bases objetivas en las que se sustentaba el proyecto de industrialización y el fuerte peso de los sectores exportadores, condujo a significativas transformaciones. Por un lado, para poder competir a nivel internacional, los países de América del Sur se vieron en la necesidad de comenzar a incluir en la lógica de la acumulación y reproducción del capital nuevos aspectos de la vida social, así como también recientemente la aplicación de nuevas formas de explotación de recursos naturales en su mayoría no renovables. A su vez, un grupo muy reducido de grandes capitales transnacionales comenzó a ubicarse fuertemente en sectores que -de acuerdo con su peso y dinamismo- se volvieron sectores "clave" de las economías de América del Sur y que simultáneamente tuvieron un peso importante en la consolidación de un perfil de especialización productivo basado en la provisión de recursos naturales o en la exportación de commodities industriales a las economías industrializadas o en vías de industrialización.

A partir de la recuperación económica, tras las crisis que sufrieron la mayor parte de los países de la región debido a la agudización de las contradicciones del modelo neoliberal (1999-2003), si bien hay países que a través de la re-estatización de sectores clave de la economía y con regulaciones más estrictas hacia el capital transnacional han comenzado a ganar soberanía apropiándose de una parte mayor del excedente local a través de la renta de recursos estratégicos como petróleo y gas (como Bolivia, Venezuela y, en menor medida, Ecuador), la presencia de capitales extranjeros en general se ha incrementado notablemente en la región, ubicándose fundamentalmente en sectores primarios. De esta manera, se ha terminado de consolidar un núcleo productivo-exportador extractivista fuertemente transnacional, que se apoya crecientemente en nuevas formas de la producción agropecuaria y de la explotación minera y de hidrocarburos.

Así, la inserción externa en el mercado mundial a través de las actividades neoextractivas exportadoras de la primera década del siglo XXI sigue recreando en América del Sur su histórico rol dependiente a la dinámica de acumulación global combinando viejas y nuevas formas. Mientras que históricamente fue el de proveedor de alimentos para permitir la reproducción del capital en los países centrales, hoy también implica provisión de sustentabilidad ecológica a través del intercambio ecológicamente desigual. Este nuevo papel de América del Sur consiste en posibilitar que los países centrales tengan patrones de producción intertemporalmente sustentables, a pesar de ser países con patrones de consumo intertemporalmente insustentables. Rol que se produce a expensas del deterioro y el agotamiento del capital natural de los países periféricos de América del Sur, independientemente de la sustentabilidad o no de sus patrones de consumo.

De allí la relevancia que retoman en la región los aportes realizados desde la teoría de la dependencia y la economía ecológica con relación a la forma de insertarse en la economía mundial y las repercusiones de dicha inserción en la estructura económico-social local y en las posibilidades de un desarrollo socio-ambiental sustentable. El desafío aún pendiente sigue siendo precisamente el de definir una estrategia autónoma de desarrollo económico y social no excluyente que además sea ambientalmente sustentable.

Citas de pie de página

2. Por ciclo del capital se hace referencia al movimiento por el cual el capital se valoriza pasando de la forma dinero (D) a la forma de mercancías (M) (medios de producción y fuerza de trabajo, Mp y Ft) en lo que es la primera fase de la circulación, para dar lugar a la fase de producción donde surgen nuevas mercancías (M') que luego se transforman en dinero (D') en la fase de circulación final (Marx [1885] 2006).

3. Además de la experiencia revolucionaria cubana en la región latinoamericana, entre las grandes transformaciones de la década se encuentran el Mayo francés y la culminación del proceso de descolonización de África y Asia; y es un contexto en el que también surgen corrientes de pensamiento como la educación popular de Paulo Freire y dentro de la Iglesia Católica emergen los movimientos de la Teología de la Liberación (Boron 2008).

4. La tesis de que el propio proceso de acumulación del capital a través del laissez faire es el que impulsa el pasaje por sucesivas etapas que conducen al desarrollo, fue promovida por Rostow (1959) en los países centrales y adaptada en Suramérica a través de la idea de"modernizar" las condiciones económicas, sociales, institucionales e ideológicas, por medio del acercamiento a los patrones vigentes en los países capitalistas centrales.

5. La baja de los precios de los productos vinculados a los recursos naturales con relación a los industriales se daba, según la hipótesis Prebisch-Singer, porque la demanda de los productos primarios crecía más lentamente que la demanda de productos industriales (menor elasticidad-ingreso) y porque en los países centrales los incrementos de productividad se trasladaban -parcialmente- a los salarios, mientras en los países periféricos se trasladaban a precios y no a salarios.

6. La idea de superexplotación del trabajo para Marini ([1973] 2007) se refiere a la remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor. De acuerdo con el autor, el hecho de que en las economías dependientes los bienes que se producían se vendiesen mayoritariamenteal exterior, hacía que no fuera necesario contar con trabajadores con buenos salarios que pudieran comprar la producción,por lo que la reducción de costos en estos países se daba a través de lasuperexplotación del trabajo pagando a los trabajadores menos de lo que estos necesitan para reponer sus fuerzas después de la jornada laboral. Es esto lo que conduciría, para el autor, a un modo de producción basado en la mayor explotación del trabajador y no en el desarrollo de su capacidad productiva.

7. La fuerte competencia internacional pone freno al alza de los precios al tiempo que la mayor caída del ratio producto-capital en relación con la participación de los beneficios en el producto hace caer la tasa de ganancia. Para un análisis detallado sobre la discusión acerca de la disminución de la tasa de ganancia en los años 1970 ver Arceo (2011, 53-64).

8. Se trata de un proceso que da lugar a la desintermediación de las finanzas, ya que los fondos de pensión e inversión no otorgan préstamos sino que compran títulos (activos) y permiten a las empresas el autofinanciamiento a través de obligaciones o de acciones a un menor costo que el bancario y con una retribución más elevada.

9. Estas transformaciones en las relaciones sociales y en el perfil productivo implicaron, entre otras cuestiones, un cambio en el rol macroeconómico de los salarios y la situación del mercado de trabajo (Basualdo [2006] 2010). Mientras que cuando predominó una estrategia industrializadora con eje en el mercado interno el salario tuvo un doble rol al constituir, por un lado, un costo para las empresas pero, a su vez, ser el componente más dinámico de la demanda local, situación en la que el pleno empleo era una situación deseable y buscada. Con el patrón centrado en la desregulación financiera y la apertura comercial, el salario comienza a tener un único rol: el de ser un costo a minimizar, lo cual por supuesto tiene graves consecuencias en términos distributivos a partir de la necesidad de un mercado de trabajo "disciplinado" con importantes niveles de desempleo y precarización.

10. En este sentido se destacan las nuevas tecnologías de producción vinculadas a producción transgénica, la megaminería metalífera a cielo abierto y más recientemente la extracción de hidrocarburos no convencionales mediante fracturación hidráulica (técnica del fracking).

11. El total de flujos de IED que diversos países realizan se incrementó aceleradamente hacia la década de 1990. Según datos de la UNCTAD entre 1985 y 1990 estos flujos casi llegan a cuadruplicarse pasando de aproximadamente US$ 55 mil millones a US$ 207 mil millones, al tiempo que hacia el 2000 alcanzaron un valor record de US$ 1.400 mil millones.

12. Según datos de la UNCTAD durante la década de 1970 la participación promedio anual de la región en los flujos de IED mundial era del 6,7%, al tiempo que en la década de los noventa fue de 6,0%.

13. Al respecto, cabe señalar que, a pesar del incremento en el último año considerado, en Venezuela se observa una tendencia general a la baja en la entrada de IED a partir del proceso de nacionalizaciones de "sectores estratégicos" que estaban en manos de filiales de empresas transnacionales (incluso en los años 2006 y 2009 Venezuela registra valores negativos en los flujos de IED, los cuales se corresponden con repatriación de capitales hacia las casas matrices o con préstamos de las filiales en el exterior a sus casas matrices). En Ecuador, por su parte, también puede observarse una tendencia decreciente en la entrada de IED desde 2004, aunque hay un fuerte ingreso de más de US$ 1.000 millones en 2008 y un fuerte incremento en 2011 -pasa de US$ 158 millones en 2010 a US$ 567 millones- que disimulan la tendencia más general.

14. En Brasil esta tendencia se ha visto morigerada debido a la magnitud del mercado interno, con un importante peso de otros sectores como, por ejemplo, la industria alimenticia, servicios y actividades inmobiliarias por lo que la IED tiene una menor participación relativa en recursos naturales (9,2%).

15. En cuanto a la sustentabilidad del modo de desarrollo, se entiende que la misma no puede condicionarse exclusivamente al ámbito productivo y distributivo, sino que debe tener en cuenta el componente ambiental derivado de dichos procesos.

16. Dentro de la teoría del intercambio ecológicamente desigual se pueden visualizar dos corrientes: una primera, "economía política de la biofísica", (Andersson y Lindroth 2001; Fischer-Kowalski y Amann2001; Jorgenson 2009) y otra "troyana" (Muradian y Martínez-Alier 2001; Roberts y Parks 2009), al respecto ver Peinado 2012b.

17. La utilización del concepto de capital natural en este trabajo no intenta ser parte de un proceso de capitalización de la naturaleza (Leff 1996) o mercantilización del ambiente, sino que responde a la necesidad de una categoría operativa que permita analizar desde una perspectiva de economía política los impactos sobre el ambiente del comercio internacional.

18. Asimismo, resulta interesante considerar como se acentúan y recrean viejos problemas estructurales como la histórica restricción externa al crecimiento a través del fuerte peso de los capitales extranjeros en estas economías ya que, en general, éstos transforman ese excedente comercial en remesas de utilidades sin que pueda utilizarse en el patrón de acumulación interno. En este sentido cabe considerar que, según datos de la CEPAL, las remesas al exterior han aumentado considerablemente en América Latina y el Caribe llegando en 2008 a un máximo de US$ 93.000 millones, a partir de donde se han convertido en uno de los elementos fundamentales de salida de dólares al exterior en la última década, problema que se acentúa en particular en aquellos países que presentan mayor peso de IED en sus economías.

19. Cabe señalar que, del total de agua del planeta solo entre el 2 y 3% corresponde a agua dulce, de la cual buena parte se encuentra en glaciares y, por lo tanto, en general es de difícil acceso.

20. Concretamente, Brasil y Argentina ocupan el cuarto y quinto lugar respectivamente entre los mayores exportadores mundiales de huella hídrica (Mekonneny Hoekstra 2011).


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